martes, 30 de marzo de 2010

PENITENCIAGITE

¿Usted ha escrito esto? dijo el Inquisidor ¿Pero hombre en qué estaba usted pensando? Usted es un cargo público, un representante municipal. Usted no puede pensar y menos escribir ¿A quién se le ocurre? Si esto es muy fácil: se sube al palco, se coloca la corbata y a ver pasar las procesiones tan ricamente y ¡ojo! a que lo vean. Esto ya no es como antes, que había que pagarles cuatro duros a unos gitanillos para que empujaran los tronos con ruedas. Ahora todo el mundo está a favor y el que no, que se vaya de España. Bofetadas hay para llevar a los santos, pero si casi podemos hablar de overbooking imaginero. No se puede estar contra nosotros, la calle es nuestra, la prensa es nuestra, la radio es nuestra, la tele es nuestra... el pueblo es nuestro.

Usted es un humorista señor mío, que ocurrencia... un ¡santódromo! Pero eso no le va a librar. El humor no casa con la religión, lo nuestro es el drama, la tiniebla, el miedo en el cuerpo, el barroco evisceral, el exhibicionismo renegrido, la fatalidad. Es lo que tienen los dioses únicos y verdaderos que no muestran interés por insignificancias como la razón o la inteligencia, sólo les interesa lo trascendente: si comes cerdo, vaca o cordero; con quién te acuestas y para qué; que haces los viernes o los sábados o los domingos. Pero no, usted a vueltas con el sentido común, con los derechos de los ciudadanos, con el uso adecuado de los espacios públicos, con poner a la religión en su sitio, con el librepensamiento, todo manidos latiguillos del rojerío progre y eso, me va usted a permitir, no tiene remedio ni perdón. Así que no me deja opción, este texto es no ya reprobable sino un pecado nefando y por ello le declaro: (mazazo) ¡culpable! El siguiente.

Alguacil: Vuestra Ilustrísima no hay nadie más.
Inquisidor: ¿nadie más piensa como él?
Alguacil: nadie más se ha atrevido a escribirlo.

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